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10 Así que el rey Roboán hizo otros escudos de bronce para poner en su lugar, y se los dieron a los guardias que vigilaban en la puerta del palacio del rey. 11 Cada vez que el rey iba al templo del SEÑOR, los guardias iban con él llevando sus escudos, y después de terminar, volvían a guardar los escudos en la pared del cuarto de la guardia. 12 Por haberse humillado Roboán, la ira del SEÑOR se apartó de él con el resultado que no lo destruyó por completo, y también porque quedaba algo bueno en Judá.

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